El 2011 será el año decisivo para averiguar si los grandes eventos por los que apuesta el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, tienen visos de realidad o se quedarán en meros delirios de grandeza. Tanto las candidaturas a la Capital Europea de la Cultura en el 2016 y a los Juegos Olímpicos de Invierno del 2022 como la ya adjudicada organización de Expo Paisajes 2014 están en el alambre en un año en el que se decidirá su ser o no ser. Unos, la Expo y la Olimpiada, porque dependen de unos resultados electorales que no aten de pies y manos al primer edil para poder destinarles dinero público, y otro, el de la Capitalidad, que estará en manos de un jurado que decidirá en junio si es la ciudad elegida para representar a España.

Curiosamente, este último proyecto podría ser el primero en caer siendo el único que cuenta con un amplio consenso político y social. Es el único que fue capaz de dar alegrías al alcalde en el 2010, cuando pasó el primer corte compitiendo con 15 ciudades, y de generar una ilusión que va in crescendo. Está en la recta final y se juega todas sus bazas a una carta para no acabar en un triste despertar que comportaría críticas.

El caso de la Expo es más controvertido. Solo el PAR apoyaría a Belloch pero, aun teniendo concedida su organización, ha sido incapaz de dar un paso en firme para definir un consorcio que la impulse, una fórmula de financiación, la implicación de otras administraciones o tan siquiera un plan director de obras. Estar en minoría en el consistorio solo le ha permitido gastar dinero con cuentagotas, perseguido por las críticas de la oposición, y depositar todas sus esperanzas en las urnas.

Los Juegos Olímpicos avanzan con la tranquilidad de que faltan aún cuatro años para que España decida su candidata. Hay que gastar poco ahora y en la calle gusta. Tiene a su favor que ya se ha constituido el consorcio, pero el resultado electoral puede ser decisivo si a Belloch no le queda otra que formar gobierno con CHA para seguir mandando, ya que estos se niegan en rotundo.

Pero el 2011 será algo más que grandes eventos. Significará que después de tres décadas el tranvía volverá a circular por Zaragoza, entre Valdespartera y Plaza Paraíso, y que se pondrán en marcha las obras de la segunda fase para llegar hasta Parque Goya. Por contra, el metro parece condenado a seguir inmerso en una fase interminable de estudios.

También significará la recuperación del recinto Expo, aunque sea a medio gas, con los primeros ocupantes del parque empresarial: la Dirección Provincial de Tráfico, la Tesorería General de la Seguridad Social, las empresas públicas de la DGA, RTVE y un puñado de firmas privadas (Grupo Jorge o Banco Popular). Un aperitivo para la llegada en el 2012 de la Ciudad de la Justicia o los museos del Pabellón Puente y la Torre del Agua, que empezarán sus obras este año. Así como la inauguración del Instituto de Investigación sobre el Cambio Climático en el pabellón de España. Ranillas por fin latirá. Además, debe despegar la Milla Digital, de la mano del futuro Centro de Arte y Tecnología (CAT) pero, sobre todo, con el inicio de las obras del CaixaFórum y del edificio de la SGAE en los suelos del Portillo.

Mientras, el 2011 debe ser el año en el que Arcosur empiece a levantarse de verdad, después de unas complicadas obras de urbanización que deben ya dar paso a la construcción de viviendas. Para el resto de la actividad municipal, el 2011 será un año marcado por la austeridad, los recortes económicos y una reducción del déficit forzada desde Madrid pero que permitirá que Zaragoza rebaje en unos 25 millones su amplia deuda a largo plazo.

 



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