arquerosarcosur el 11 - octubre - 2009

La Zaragoza de Mañana

Zaragoza celebra este fin de semana sus días grandes con motivo de las fiestas del Pilar, fecha ideal para evaluar el estatus de la ciudad. Complace observar cómo Zaragoza no ha quedado extenuada tras la década de importante esfuerzo, público y privado, que ha supuesto la llegada del AVE, la realización de la Expo, la consolidación de nuevos espacios industriales como Pla-Za, Empresarium o PTR y la construcción de nuevos barrios residenciales, con Valdespartera a la cabeza. Echando la vista atrás, es indudable que la ciudad ha sabido aprovechar las vacas gordas para romper sus costuras, ampliando equipamientos sociales y comerciales, creciendo en infraestructuras y, en definitiva, mejorando sus oportunidades.

Con la mirada hacia adelante, nuevos proyectos como la puesta en marcha del tranvía, la urbanización de Arcosur, la ampliación de la Feria, la capitalidad cultural del 2016 o el proyecto de Expo 2014, ponen de relieve que a la capital aragonesa le queda fuelle y capacidad de crecimiento. E imaginación para reinventarse.

Convendría, no obstante, aprovechar este momento de incertidumbre, producto de una crisis que supone una evidente carga de profundidad sobre el modelo económico y social que nos ha permitido llegar hasta aquí, para revalidar las prioridades de la ciudad y el método para llevarlas a cabo. En vísperas del Día Grande zaragozano es momento, en definitiva, de repensar cuál debe ser la estrategia a seguir. Acaso el axioma nuclear, comúnmente admitido por gobernantes y gobernados, deba ser que la ciudad no crezca exclusivamente a golpe de evento extraordinario, y que, en todo caso, consiga hacerlo fijando la modernidad a lo cotidiano.

Cuando aún no ha acabado de integrar el legado de la Exposición Internacional del 2008 en el entramado urbano –sirva el ejemplo del precioso y laureado pabellón de España que sigue cerrado a cal y canto–, la organización de otra expo, floral en este caso, ha de estar sujeta a nuevos principios. El primero, fundamental, asumir la obligatoriedad económica, política e incluso moral, de no sustanciar su realización solo en el urbanismo. El proyecto inicial de Expo 2014, que pretendía obtener plusvalías mediante la reclasificación masiva de terrenos en la trasera de Las Fuentes, ha de desterrarse del todo. El estudio de viabilidad y de emplazamientos encargado por el ayuntamiento a la consultora Idom abre, en este sentido, una ventana de oportunidad.

La ocupación, más bien la recuperación, de los terrenos de la desembocadura del Gállego y la reordenación de este sector sin mayores necesidades que la reubicación de negocios en un lugar más apropiado, representa una magnífica solución. Ya tarda el equipo de gobierno municipal en bendecir esta opción pare evitar un debate maniqueo y viciado que permita a la oposición salirse de la foto del 2014.

TAN IMPORTANTE como la culminación de un nuevo hito expositivo, otra de las cuestiones clave para el futuro de la ciudad sin vulnerar los principios de crecimiento ético y sostenible será la ampliación de la Feria de Zaragoza, dividida en dos fases. La primera, ya en marcha, incrementará la superficie de exposición, supondrá el cubrimiento de la plaza central y la ampliación del salón de actos, que duplicará aforo hasta las 1.400 plazas. Ya en una segunda fase, prevista para el 2010 se pretende construir un gran pabellón multiusos capaz de albergar hasta 30.000 personas. En este caso, la financiación depende de un más que razonable convenio urbanístico que afecta a terrenos de la Cámara de Comercio en el Picarral, por lo que conviene despejar el camino a este proyecto de ampliación.

Pero, como decíamos antes, si importante es la expansión y la colonización de nuevos espacios no lo es menos que el proyecto común pase además por la mejora de la calidad de vida en la ciudad consolidada. Por eso es tan relevante que se mantenga como prioridad la mejora de los servicios públicos, como fórmula de unir avance ciudadano y cotidianeidad. La puesta en marcha de la primera línea de tranvía norte-sur es el ejemplo paradigmático. El nuevo modelo de transporte de Zaragoza conjugará un medio de alta capacidad con la línea tradicional de autobuses y con los métodos privados de transporte, y todo ello sin perder la cara a otros planes más ambiciosos, como el establecimiento futuro de una línea de metro este-oeste. La fórmula consorciada y el apoyo del Gobierno aragonés han permitido que este ambicioso plan viera la luz y que las obras de la primera fase comenzaran el mes pasado, en medio de una controversia un tanto forzada y que quedará olvidada cuando el primer convoy una el barrio de Valdespartera con el centro.

Cabe concluir que Zaragoza, con sus limitaciones, está siendo capaz de conjugar las aspiraciones superiores que supone la ocupación y preparación de nuevos espacios o la celebración de eventos con la necesaria modernización de la ciudad preexistente. Mientras lo permitan las debilitadas arcas municipales, éste debe ser el camino a seguir, pues el paso del tiempo nos demuestra que la transformación futura es más importante que las afecciones que siempre sufre una ciudad en crecimiento o en transformación.

Acaso por gobernar en minoría y por momentos como un equilibrista, el alcalde Juan Alberto Belloch, no ha sucumbido aún a unos amagos de grandeza propios del sexenio de oro vivido y que, a buen seguro, le hubieran impedido manejar el barco zaragozano con acierto; con una mano puesta en los mandos de crecer y con otra en los mandos de mejorar lo heredado. Que le dure, por el bien de todos, y por el bien de Zaragoza.



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