El consejero de Hacienda, Fernando Gimeno, ha negado hoy, como le reprochan desde Podemos, que la unidad de control de gasto lo limite o implique recortes encubiertos, sino que lo que hace es racionalizarlo y facilitarlo.

En una interpelación formulada por el diputado de Podemos Héctor Vicente al consejero en el pleno de las Cortes, Gimeno ha insistido en que esta unidad, que emana de la ley de sostenibilidad y estabilidad presupuestaria impulsada por el ministro Cristóbal Montoro, tiene la voluntad política de racionalizar el gasto.

Y se ha referido en este sentido al nivel de ejecución del presupuesto de 2016, del 105 por ciento sobre las cuentas iniciales del 97 % sobre las definitivas.

Si el trabajo de la unidad de gasto se midiera por el control de lo que se gasta, “lo habría hecho fatal”, ha enfatizado.

Existen, ha dicho, otros mecanismos que sí que controlan el gasto, como la comisión de análisis del gasto sanitario público, las operaciones de cierre del ejercicio presupuestario a las que obliga el Estado en una fecha determinada (en 2016 fue en agosto cuando normalmente se cierra en octubre) y las órdenes de no disponibilidad de crédito.

A estos mecanismos se unen las leyes de estabilidad o de pago a proveedores y, el año pasado, la Comisión de Hacienda, que debe de dar el visto bueno a las modificaciones presupuestarias que se soliciten, ha recordado.

Vicente no se ha mostrado convencido por estos argumentos y ha dicho que la unidad de gasto actúa con discrecionalidad para atrasar parar o rebajar algunos gastos e inversiones, convirtiéndose en un instrumento “infame”.

Ha puesto como ejemplo la solicitud a la unidad para que, en junio, autorizara la compra de 24 respiradores artificiales, algo que en primera instancia no se aprobó y que en segunda se decidió rebajar a 16, según Vicente.

Gimeno ha reprochado a Podemos que se imagine “películas” y ha precisado que lo que no se puede aceptar es que se incremente el endeudamiento.

Pero Vicente ha insistido en que esta unidad actúa como un “gran hermano” para los consejeros, que deben de justificar todo lo que quieren hacer, cuando antes cada uno de ellos hacía lo que consideraba siempre con el límite de su propio presupuesto.

Eso sin contar, ha agregado, el “enorme tapón administrativo” que supone la unidad, que se reúne por norma una vez al mes y de forma extraordinaria, dos.

Fuente: Periódico de Aragón



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